Queridas
Aunque me apetecería hablar contigo (y con Nené) para comunicaros mi entusiasmo, me parece mas propio, inspirado como estoy de cotillear en vuestras epístolas, dirigirme en el mismo género a la coautora para hacerle la crítica oportuna, cosa que sin duda espera mas que teme, sabiéndome incondicional.
Que si un fallo tiene, es que se hace corto el año, que así da gusto cumplirlos. Irónico, pero sin malicia, malicioso, pero con simpatía, simpático, pero profundo, profundo pero superficial, superficial pero sensible y sensible, pero irónico.
Que un año, aunque breve, da para mucho sabiéndolo contar.
A ratitos en el sofá, en la cama y a deshoras, en el trono que tu ya sabes y donde reposan en la estantería aneja, Quevedo y algunos más, que no son deshonrosa compaña en un retrete (que viene de retiro, cosa asaz precaria en mi casa). Y así hasta darle fin de una sentada al verano, muellemente recostado en el lecho a la hora benévola de la siesta, con Doraemon por ángel de la guarda, y la Santa en camino de retorno, he podido disfrutar de la separación que entraña el final de un camino recorrido y al que han dejado oportunidad de asomarme, para ver como se pierde por el horizonte esa inefable pareja . Inefable porque nada mas hay que fablar, que no hallan fablado ellas y solo espero que sigan fablando... y yo que las lea.
Gracias a las dos por darnos momentos tan lúcidos y agradables, y gracias a quien quiera que sea, porque además de que vosotras seáis ustedes, estéis ahí.
Miguelito
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