miércoles, 4 de diciembre de 2013

Preparando ARROBAD@S 2

Lita y yo preparando ARROBAD@S 2 en la cocina de casa (acabamos a altas horas de la madrugada).

domingo, 16 de junio de 2013

Mª Angeles opina

Me reitero en la apreciación de que habéis entregado mucho de las dos en este libro, y os lo agradezco, creo que es un ejercicio de valentía, y también un buen exorcismo.

En varias ocasiones hacéis alusiones a "desdoblamientos": ninguna de las dos se percibe como un ente monolítico, que sólo admita una lectura: hay varias Nenés, varias Litas...Yo también siento que hay varias Mª Ángeles coexistiendo, y no siempre en armonía. Pero yo creo que esto es como las últimas teorías que corren acerca del panteón egipcio: en realidad había un solo dios con múltiples manifestaciones. Y así, sin pretenderlo, me he puesto a la altura de los dioses.

También yo comparto algo, que creo que es muy común a la mayoría de las mujeres, y que no es otra cosa que esa dificultad o pudor a tener una "habitación propia", como si estuviéramos obligadas por naturaleza a compartirlo todo y a no tener un territorio privado. Pero dadas mis circunstancias vitales (llámalo soltería, vivir sola...) no me está resultando excesivamente complicado conquistarlo.


Un sueño que comparto: yo también decoro mi casa, y lo hago como me da la gana, que para eso es mi sueño. Resulta sencillo y barato, y no hay que limpiar después. Creo que tiene que ver con esa búsqueda en mi interior de un lugar seguro que a veces hemos practicado en las sesiones de yoga.

Hay un tema que me llega especialmente, la enfermedad de tu amiga Miriam, y aquí me vas a permitir que copie frases de Lita que me han servido especialmente:
"Su sufrimiento te ayuda en la medida en que ella sabe que su dolor te hace crecer. Ella crece y nos hace crecer. Parece que nada es gratuito."
"El abrazo a Miriam es mucho más que la percepción sensitiva de estar vivos: es dejar constancia de que su vida tiene un sentido"
"Tú eres la vida. Miriam es la vida. Yo soy la vida. Levanta la copa y brinda."
Y ya al final, cuando Miriam ha muerto, una frase tuya:"Quedémonos pues con esta vida que nos late todavía y sigamos mirándonos con los ojos llenos de todo lo que compartimos en este instante, en éste. No hay más."

En otro orden de cosas, me identifico con las vivencias de Lita sobre las "clases" de Hogar, y también con la incomprensión que causa el que ella sienta frío mientras que los demás se asan de calor: "¿por qué todo el mundo te discute tu sensación térmica como si les fuera la vida en ello?"

Por supuesto, mi identificación total con la experiencia de las rebajas que relatáis. Ya veo que no soy un bicho raro después de todo.

Y a mí también me gusta, me ha gustado siempre, observar ventanas iluminadas en mis paseos nocturnos e imaginar lo que ocurre dentro.

Por último, te diré que, para mí, el episodio más desternillante ha sido el intercambio de misivas sobre los preparativos para afrontar una jornada de playa. ¡Qué bueno!

Nada más. Espero que de algo sirva. A mí me ha servido, he reído, he reflexionado, me he emocionado, y nuevamente os doy las gracias.

Mª Angeles Sanz

miércoles, 12 de junio de 2013

Opina un querido amigo al que no veo desde hace más de 30 años

Fotógrafo: David Terrazas Morales
Querida Nené:
    ¡Qué gozada leer vuestro libro con el ánimo un tanto avieso de quien pega un ojo a un agujerillo del muro para asomarse a las andanzas, al otro lado, de un personaje como tú!
    La verdad es que la amiga que recuerdo no parece haber cambiado demasiado: especial, dotada de sentido del humor, un punto hipocondríaca, deslenguada, curiosa, comprometida, triste y frágil a ratos, buena hasta decir basta...
    Me he reído con muchos de vuestros pasajes, y me han emocionado también, y mucho, algunos de tus recuerdos, de tus confidencias.
    Gracias, en fin, por el valor y la generosidad precisa para poner el foco sobre vuestra vida y vuestros sentimientos, y por el talento para hacerlo desde una coña impregnada a ratos de temblor.
    Un abrazo fuerte, fuerte, y otro también para esa Lita, afanosa pareja en vuestro particular ping-pong. Y otro más para José Ignacio Artillo por su prólogo, cálido y hermoso.

Valen

domingo, 9 de junio de 2013

Una lectora se mea (literal) y texto para que se mee + gente


Estaba en casa sin salir. No me sentía bien (el tiempo no acompaña y me obliga a estar en casa). La tarde se presentaba gris pero... Ahí estábais vosotras hablándome a través de arrobadas. La carta de Nené relatando la visita a la peluquería me ha hecho reir tánto que, con mi pierna hecha polvo, he tenido que salir corriendo porque me meaba encima (es la pura verdad).
Gracias por recordarme que todavía es posible la risa.

Juani

(Incluyo seguidamente la carta para que se ría más gente...)

Nené a Lita

Así lo veo yo: Compartiendo los pequeños aprendizajes de cada día. Y lo hacemos desde lo que somos: mujeres. Me parece una oportunidad de apoyo mutuo, una ventanita azul a la que asomarse cada día y encontrar la voz amiga. Pues eso, gran dama de la vida, el pensamiento literario es lo que tiene, que una acaba expresándose literariamente. Esto, que en una niña resultaría insufrible, en damas largas como nosotras constituye nuestra expresión natural.

Ayer pasé por el duro trance mensual de la peluquería. Hoy estoy desmotivada, con el pelo como si me hubiera peinado con la Minipimer y cansada, muy cansada. Cuando hace unos días me cedieron el asiento en el autobús, decidí que las canas habían llegado a un punto en el que debía tomar medidas. Me encaminé a la peluquería sabiendo que la cosa no iría bien.

Nada más traspasar el umbral, una de las chicas se lanzó a arrancarme la chaqueta e intentar colocarme una batita cruzada -que a mí no me cruzaba-. Dije que hacía cincuenta años que me vestía sola y que tenía intención de seguir haciéndolo. En la sala de espera me empapé de todo el panorama rosa a nivel nacional e internacional. Una experiencia terrible después de un verano leyendo a Vicent y dándome baños de balneario. La visión de las revistas me llevó a la convicción de que vivo en un país de enfermos y porteras con olor a repollo. Veo el exilio cada vez más cerca, la verdad. Seguidamente me sentaron en un sillón, ante un enorme espejo que proyectaba una luz inclemente sobre mi cara en la que de pronto estaba viendo a mi abuela. Comenzaron a aplicarme el tinte y veinte minutos después, el espejo me devolvió la imagen de mi abuela teñida de rubia pero muy desmejorada. En este momento las fotos de las mujeres en las revistas (prietas, marciales, bronceadas y con las tetas caídas hacia arriba) me colocaron en una situación tan desfavorable que, a punto estuve de tirar la toalla -literalmente-. Me lavaron el pelo mientras, a través del hilo musical, un tío decía que estaba loco por ella. ¡Dios mío! Ya nadie, nunca, “porsiemprejamás” estará loco por mí -pensaba yo-. Me faltó poco para echarme a llorar cuando la oficiala preguntó: ¿Quiere usted “cremita suavizante”? Sí, en el alma –contesté en un rapto de sinceridad-. (A esas horas estoy arrepentida de la falta de autoestima que me impide dejarme las canas y los pelos del sobaco).

Sabía que no iba a ir bien, cuando la chica me preguntó: ¿Dónde lleva la raya? Le expliqué que no llevo raya jamás (la tía puso cara de circunstancias, como si el hecho de no llevarla fuera pecado mortal). Me abrió una raya en el lateral izquierdo. Callé porque ya me daba todo igual y no quería liarla.

Confirmé que no iba a ir bien, cuando comenzó a cortarme el centímetro que pedí; pero midiendo, parece ser, desde la raíz. En ese instante volvió a aparecer mi abuela en el espejo (esta vez disfrazada de quinto o de superviviente de Auschwitz). Acabé pensando que a la peluquera le iba el tema de la raya por las que se debe meter. Seguidamente, sacó un espejo de un cajón con la pretensión de que yo –la víctima- observara el horror desde más ángulos. Me negué. Intentó ponerme laca y pedí al cielo que pulsara el vaporizador al revés y se diera de lleno en los ojos.

¿Sobrevivo a la experiencia otro mes más? ¿Tú que piensas?.

Nené



Presentación en Cádiz





2006 Gestando Arrobad@s Dos Mujeres a la Carta